Mi vida en Venecia entre máscaras e historia

Era un caluroso día de verano cuando hice mi primer viaje a Venecia. Acababa de cumplir 21 años y, como tantos otros jóvenes, buscaba aventuras y nuevas experiencias. No podía imaginar que este viaje cambiaría el rumbo de mi vida.

Inmediatamente me enamoré de la ciudad, sus canales, sus palacios y sus máscaras. No pude resistir la fascinación de esos objetos extraordinarios, que representaban la belleza, la cultura y la historia de la ciudad. Así que decidí mudarme a Venecia y empezar a trabajar con máscaras.

Empecé como aprendiz en el taller de un experto artesano, quien me enseñó todos los secretos del trabajo con la madera y el papel maché. Aprendí a hacer máscaras para Carnavales, obras de teatro y espectáculos callejeros. Mi maestro me mostró cómo dar vida a los personajes más diversos, desde lo trágico hasta lo cómico, desde lo serio hasta lo divertido.

Fotografía, Laura Espina

Con el tiempo, me convertí en un hábil artesano y me convertí en socio de mi maestro. Empecé a crear máscaras cada vez más complejas y originales, inspiradas en las tradiciones y la cultura venecianas. Mi taller pronto se hizo muy conocido y mis clientes venían de todo el mundo.

Pero no solo el trabajo me hacía feliz, también la ciudad y sus habitantes me hacían sentir como en casa, los italianos siempre fueron muy cariñosos y con un gran sentido del humor, tragicómicos y divertidos.

Mi vida con las máscaras venecianas ha sido una fuente constante de inspiración y alegría. Descubrí un mundo nuevo y fascinante, y tuve la suerte de convertir mi pasión en una profesión. Ahora, cada vez que miro una máscara, siento la magia de Venecia y la belleza de su cultura.

Después de comenzar mi vida en Venecia, comencé a conocer la ciudad de una manera diferente. Ya no era solo un turista, sino un residente que veía llegar turistas de todo el mundo. Todos los días conocía gente nueva para compartir historias y escuchar el idioma italiano que tanto amaba todos los días.

El calor de Venecia y los olores de la ciudad se me habían hecho familiares y me encantaba sentarme en una terraza con una copa de vino y ver pasar el mundo. Escuché historias de amor y amor no correspondido, y me di cuenta de que la ciudad estaba llena de historias y secretos.

Fotografía, Laura Espina


La cultura italiana está tan llena de amor propio, la gente es culturalmente rica y siempre está a la vanguardia de la moda y el arte. En todas partes había exhibiciones de arte, pinturas y esculturas para admirar. Me encantó caminar por las calles de Venecia y descubrir rincones escondidos, iglesias antiguas y palacios con historias increíbles.

Mi vida en Venecia ha estado llena de anécdotas y aventuras. Conocí a muchos amigos con los que compartí mil historias, bebimos en la ciudad, comimos juntos, dormimos en la calle y nos divertimos mucho. He pasado muchos inviernos muy fríos, pero Venecia conservaba una magia envidiable.

Trabajaba en mi laboratorio día y noche, estaba enamorada de mi trabajo, de mi laboratorio y de todo lo que pasaba allí. Estaba muy feliz haciendo mis propias máscaras venecianas. Mis manos siempre estaban mojadas y sucias con papel y pegamento, y también estaban sucias con yeso de tiza. Mi ropa siempre estaba manchada o con algún defecto por mi trabajo, pero eso no me importaba, estaba orgulloso de mi trabajo y de ser artesano.

Mis amigos y yo pasamos las tardes explorando los canales de Venecia, admirando los edificios y palacios antiguos. Una vez, mientras tomábamos el aperitivo en una terraza, vimos pasar por debajo de nosotros una procesión de barcos decorados. Fue un espectáculo maravilloso que nunca olvidaré.


También recuerdo una noche en particular cuando mi amiga Ale y yo decidimos dormir en la calle. Elegimos un lugar tranquilo cerca de la iglesia de San San Pantalone y nos tumbamos en los escalones de la iglesia. Era una noche calurosa, pero estábamos tan cansados ​​que nos quedamos dormidos rápidamente. Sin embargo, cuando nos despertamos a la mañana siguiente, nos dimos cuenta de que habíamos dormido en un lugar con una vista impresionante.

Venecia es una ciudad llena de historias y anécdotas. Viví allí durante muchos años y nunca me cansé de descubrir cosas nuevas al respecto. Estoy agradecido por todas las aventuras que he vivido allí y por todas las personas maravillosas que he conocido.


Con el tiempo entendí que Venecia no solo era una ciudad hermosa, sino mi ciudad, también entendí que era una ciudad llena de vida y gente interesante. Había llegado a amar Venecia no solo por su belleza, sino también por sus historias, cultura y gente. Ahora, cada vez que vuelvo a Venecia, me siento como en casa y estoy agradecido de haber comenzado mi vida en esta maravillosa ciudad. Venecia siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.

Fotografía de Laura Spina

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